domingo, 2 de septiembre de 2012

Una despedida llena de decepción...



Como si de un enemigo se tratase pronunció las dolorosas palabras: "Dejemos así, las cosas han cambiado demasiado y no quiero seguir contigo". Y como un idealista frente al muro de su fusilamiento respondí con toda la serenidad y la entereza posible: "Es tu decisión, y por lo que veo todas mis armas me han sido retiradas y no tengo como hacer algo al respecto. Acepto, pero al menos dime ¿Por qué?".
-"Porque ya no soy la misma y no estoy dispuesta a que estés lejos y sentirme sola; además te haz convertido en un problema para mí!"
-"OK!... haz lo que debas hacer para tranquilizar tu corazón, algún día nos veremos, Adiós!"
-"No! no será así, simplemente olvídate de mí..."

Así, sencillamente así, nuestra historia acabó. 

Hacía menos de dos semanas que había hecho el esfuerzo de viajar para verla y aclarar lo que sentían nuestros corazones, pues era consciente que las cosas no iban del todo bien. Fue un fin de semana con festivo lleno de altibajos, de buenos y malos instantes. Y pregunté: "Quieres seguir con esta locura? siento que la distancia nos ha dado muy duro y quizás nos estamos dejando llevar por nuestra terquedad... Realmente me quieres como antes?"... Y respondió: "Eres un tonto... te quiero más, mucho más que antes, y aunque si ha sido difícil quiero seguir en esta locura, no lo dudes!"... Respiré profundo y suspiré: "Sabes, antes de venir tenía cierto temor de que pudiera timbrar mi celular y fueras tú para decirme simplemente <<Oye dejemos así, no funcionó>>"... Y con sinceridad en los ojos dijo: "JAMÁS, haría algo así, no me parece bien".... 

Recordar todo esto me dibuja una sonrisa de decepción. De esas sonrisas que son la simple mueca reflejo de la ironía de que sus acciones fueran tal cual como las predije y como ella negó que serían.

La quería, no lo he de negar, pero las circunstancias en que se desarrollaba nuestra relación me prevenían  de enamorarme, he hice bien. Sin embargo tenía ilusión y deseaba cambiar la dirección de mis sentimientos hacia ella para volver a sentir el amor que yace dormido en mí. El dolor que se engendró de la separación no fue realmente por cuanto la quisiera sino del grado de decepción que nació en mí, el grado de incredulidad fue muy alto, la odiosa realidad de que eran simples castillos de arena frente a los cambios de la marea.

No soy ningún estúpido y mucho menos idiota aunque a veces me comporte como un imbécil, y soy consciente de que las razones que me expuso no son la verdadera razón de su partida, que ya tenia el corazón comprometido en otros horizontes y simplemente requería desatar sus ataduras. Y hubiese preferido su sinceridad a que la evidencia hablara por si sola y la decepción creciera.

Que triste que no puedas ser transparente ante aquellos que te quieren. 
Definitivamente todo era una ilusión.